Regata
Buquebus Bs As – PDE 2012
Viernes 30 de noviembre, pronóstico como pocas veces visto
para dirigirnos al Este, viento del W y SW, y además…se cumplió.
En la tripulación algunos de los históricos: Gustavo Maver, el
Rope Ferrer Reyes, Toto Silveyra, y yo, más otros que vienen salpicado como
Santiago “Lucho” Gimenez, y tres debutantes juntos, que bien supieron suplir a
los otros históricos que no pudieron abordar: Martín “Flaco” Forrester, Martín
Fabregas, y Sebastián Ruiz.
Martín Corrales había estado trabajando abordo en la semana,
sobre todo instalando nuevos tanques de agua, con lo cual todo estaba perfecto.
Martín trajo además el Tinto a Dársena Norte el mismo viernes a la mañana,
cargamos las vituallas, y a las 16:00 arrancamos para la línea de largada.
Antes de salir de la bahía del YCA y al querer prender la heladera la térmica
empezó a saltar, pero como por suerte Martín se había olvidado su mochila
abordo, lo embarcamos y en 5 minutos encontró el cable pelado, su mochila, y
otra vez al muelle.
114 veleros en la línea de largada, todo un record para la Buquebus. Mi teoría es que como
hoy los pronósticos se ven con una semana de anticipación, todos quisieron ir
con globo a PDE. Por la misma razón las regatas con pronóstico de lluvia o
viento de más no tienen inscriptos!
Todo muy tranquilo, con algún nudo más de viento que nos
ayudó a llegar a los 9 nudos de velocidad con el globo tranquilamente y con el
Tinto totalmente controlado. Nos quedamos a barlovento de toda la flota, sólo
con el María María muy pegado a la costa argentina, estrategia que mantuvo
durante todo el recorrido, pero que finalmente no le pagó.
Después de un atardecer maravilloso, pusimos el G1 apenas 1
hora porque se nos fue el viento a la nariz, pero sin perder velocidad. Al rato
vuelta para atrás el viento y junto con la salida de una luna llena TREMENDA
izamos el genaker que había mandado modificar, y que ahora si pinta muy lindo,
y nos ayuda a navegar con vientos del 60 a los 90º a muy buena velocidad por su
tamaño. Otra vez el viento para atrás, y esta vez un poco más flojo, con lo que
izamos el spi grande al tope, vela que muy rara vez usamos, pero que con el
viento bien de popa no la sacamos hasta llegar a PDE y nos dio excelentes
resultados.
En el medio de los peelings el Rope nos deleitó con un pollo
al curry con arroz, posterior a un rico copetín. Tengo que reconocer que el
Rope suplantó a Peter Voss en la cocina de manera magistral.
La primera anécdota obviamente se la lleva Maver cuando en
la izada del globo al tope, y después de unos minutos, nos dimos cuenta que no
había llegado al tope, y que la driza estaba enredada en la martingala con las
otras drizas que sólo llegan al fraccionado. Ante el riesgo que no se pudiera
arriar este monstruo de spi si levantaba el viento, decidimos arriar cuando se
podía, desenredar y volver a izar. Por supuesto no encontramos una linterna en
condiciones, y la grande de abordo me había olvidado de cargarle la batería, así
que estábamos con una de leds de cabeza. Además de esto, la luna brillaba tan
fuerte que cuando queríamos mirar hacia arriba para ver las drizas nos
encandilábamos. La maniobra nos llevé entre 40 y 50 minutos, hasta que
desenredamos y volvimos a izar, tiempo durante el cual navegábamos sólo con
mayor a 5 o 6 nudos, cuando al izar lo hacíamos a 9 o 10. Terminada la maniobra
y con toda la tripulación en cubierta cuando ya eran como las 3 de la mañana,
aparece Maver desde adentro con una magnífica linterna con pilas nuevas y todo
diciendo…”la tenía en el bolso, y pensé que iba a demorar más en buscarla que
en desenredar las drizas”. Le exigimos que dejara la linterna abordo en
penitencia pero todavía no cumplió, veremos que pasa a la vuelta y si la
linterna sale del bolso y termina en la repisa de las linternas de abordo.
La segunda anécdota se la lleva el Toto, devenido por motus
propio en proel de esta regata. Preparamos toda la maniobra para la primera
trabuchada de spi, trabuchamos mayor con el globo perfectamente inflado, y
cuando pasa el tangón, el proel, o sea Toto, cruza la braza por debajo del
tangón. Con la mayor de las tranquilidades volvemos a trabuchar para que la
desenrede, y otra trabuchada y otro enriede, y así cuatro veces, hasta que
Martín, el debutante, fue a la proa, reemplazó al proel experimentado, o sea
Toto, y la trabuchada salió perfecta! Demás está decir que Toto no volvió a la
proa, que volvimos a trabuchar 10 veces más durante la regata, y que Martín las
hizo todas perfectamente. Toto…lo tuyo es el cockpit! Martín tenés un buen
futuro como proel!
A las 5 de la mañana pasamos por el cerro de Montevideo a 10
nudos y nos abrimos por el medio de los buques de la rada, pasando lejos de la
isla de Flores. El desayuno estuvo impecablemente servido por el Rope, con un
riquísimo café de filtro con tostadas con huevos revueltos, a esa hora no
esperábamos menos!
A la hora de cargar baterías prendo el motor y noto que no
salía agua por el caño de escape. Santiago se metió abajo con Maver y
desarmaron filtros, mangueras, rotor, etc, etc, para llegar a la conclusión que
había algo obstruyendo la entrada de agua desde la pata. Ya habíamos sentido
una vibración extraña en la pata, como si estuviera girando la helice. Al
llegar a puerto nos dimos cuenta que era una enorme bolsa de polietileno
enredada por completo en la pata, que seguro nos venía restando velocidad hacía
rato.
Otra interna era con el Verónica que nos sacó más de 50
minutos en el agua, y que todos lo atribuimos a la linterna de Maver y las
trabuchadas de Toto, y la bolsa en la pata, por supuesto. Obviamente nadie osó
hacer un solo comentario sobre la estrategia de navegar a barlovento de la
flota definida por el capitán.
Desde Piriapolis hasta Punta del Este fue todo un paseo,
entrando por detrás de Gorriti para dar la marca después de 23 horas, 4 minutos
y 9 segundos de regata. Magnífico tiempo para cruzar el charco hacia el este.
Después de llegados, y como no podíamos prender el motor,
nos tomamos de una de las boyas de borneo a vela y como el pez por la boca
muere…lo escuchamos decir a Maver…”yo soy buzo de rescate y stress” nadie
entendió que quiso decir pero si entendimos que era el quien tenía que ir al
agua. Apretó las muelas, pero antes de sumergirse se consiguió un ayudante, y
el que lo acompañó fue Sebastián. Obviamente a Maver la inmersión le duró 20
segundos y quien sacó la bolsa fue Sebastián. En el medio de la buceada,
Santiago estaba filmando con su iPhone las carcajadas de todos, yo m muevo, y
el teléfono fue a para al fondo del mar, no sin antes pasar a centímetros de
MAver, que estaba tan furioso de las risas que ni atinó a manotearlo.
Conclusión…llamamos al buzo del puerto que después de unos minutos y un
Washington devolvió el iPhone de las profundidades saladas, obviamente
inservible. Santiago todavía está pensando para que gastó 100 más del costo del
teléfono.